Fuga




1.
 
Yo era el hombre porque era más alta.
A mi hermana le tocaba decidir
cuándo se comía.
Tenía bebés de vez en cuando.


2.

Entonces apareció mi alma.
Quién eres, pregunté.
Y mi alma respondió
soy tu alma, el apuesto desconocido.

3.

Nuestra hermana muerta esperaba
oculta en la cabeza de mi madre.
Nuestra hermana muerta no era
hombre ni mujer. Era como un alma.

4.

A mi alma se le dejó pasar:
se unió a un hombre.
No a un hombre de verdad, sino al hombre
que yo fingía ser al jugar con mi hermana.

5.

Está volviendo a mí: tumbarme en el sofá
me ha refrescado la memoria.
Mi memoria es como un sótano lleno de periódicos viejos:
nada cambia nunca.

6.

Tuve un sueño: mi madre caía de un árbol.
Después de su caída murió el árbol:
ya había cumplido su misión.
Mi madre salió ilesa: sus flechas desaparecieron, sus alas
se volvieron brazos. Criatura de fuego: Sagitario. Descubre que
se encuentra…

en un jardín de los suburbios. Está volviendo a mí.

7.

Dejo el libro a un lado. ¿Qué es un alma?
Una bandera que ondea
demasiado alto en el mástil, no sé si me entiendes.

El cuerpo
se agazapa entre arbustos irreales.

8.

Bueno, estamos aquí para arreglarlo.

(Con acento alemán.)

9.

Tuve un sueño: estamos en guerra.
Mi madre abandona su ballesta en la hierba crecida.

(Sagitario, el arquero.)

Mi niñez, para mí cerrada definitivamente,
se volvió de oro como un jardín otoñal
cubierto con una gruesa capa de mantillo.

10.

Un arco de oro: presente útil en tiempos de guerra.

Cómo pesaba. Ningún niño podía levantarlo.

Excepto yo: yo sí pude.

11.

Entonces fui herida. El arco
era un arpa, sus cuerdas hacían
profundos cortes en mi mano. En el sueño
es la causa y la cura de la herida.

12.

Mi niñez: cerrada para mí. ¿O está
bajo el mantillo, fértil?

Pero muy oscura. Muy escondida.

13.

En lo oscuro, mi alma dijo
soy tu alma.
Nadie puede verme; sólo tú.
Sólo tú puedes verme.

14.

Y dijo, debes confiar en mí.

Quería decir: si mueves el arpa
te desangrarás.

15.

¿Por qué no puedo gritar?

Debería escribir: mi mano sangra,
sentir dolor y miedo,
lo que sentí en el sueño, como víctima de guerra.

16.

Está volviendo a mí.

Peral. Manzano.

Solía sentarme allí
arrancándome flechas del corazón.

17.

Entonces mi alma apareció. Dijo
igual que nadie puede verme, nadie
puede ver la sangre.

También: nadie puede ver el arpa.

Después dijo
yo te salvaré. Quería decir
te estoy poniendo a prueba.


18.

 ¿Quién es “tú”? Como quien dice

“¿estás cansado de tanto dolor invisible?”

19.

Como un pajarillo encerrado lejos de la luz del sol:

he aquí mi niñez.

20.

Yo era el hombre porque era más alta.

Pero yo no era alta;
¿no me miré nunca en un espejo?

21.

Silencio en la guardería,
el jardín consultorio. Entonces

¿qué sugiere el arpa?

22.

Sé lo que quieres:
quieres a Orfeo, quieres la muerte.

Orfeo que dijo: “Ayúdame a encontrar a Eurídice”.

Entonces empezó la música, la queja del alma
al ver al cuerpo desvanecerse.













































Poema: del libro Averno, de Louise Glück (trad. de Abraham Gragera y Ruth Miguel)
Imágenes: fotografías de la serie Voyage Botanique (1992-1994), de Paul den Hollander



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Sobre este blog

Este es el pequeño álbum de recortes de la Revista Kokoro, dirigida y editada por Laia López Manrique, Lola Nieto y Antonio Rodríguez [Stalker].