La moderación y la generosidad como cualidades propias del sabio. Valoración de la felicidad. Aspectos diversos de la benevolencia para con todos los seres vivos, uno de los sentimientos más exaltados por el Budismo.
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El hombre conocedor de lo que es bueno
ha de actuar en modo tal
que, alcanzando aquel estado de paz,
sea capaz, honesto, sumamente honesto,
de afable palabra, suave, sin orgullo,
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alegre, fácilmente satisfecho,
de pocos quehaceres, de frugales hábitos,
de sentidos calmos, prudente,
sin insolencias,
sin codicia, entre las gentes,
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y que no haga algo mezquino
por lo cual otros sabios lo reprobarían.
¡Que sean dichosos, que disfruten de seguridad;
que todos los seres sean felices!
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¡Que los seres vivos que existan,
todos ellos por completo,
móviles o inmóviles,
largos o grandes,
medianos o pequeños,
diminutos o enormes,
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visibles o invisibles,
los que habitan lejos o cerca,
y los nacidos o por nacer,
que todos los seres sean felices!
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¡Que uno no engañe al otro;
que no desprecie a él
-quienquiera que sea-
en ningún lugar;
por cólera, por antipatía,
que uno no desee el mal del otro!
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Como una madre protegería con su vida,
a su propio hijo, a su único hijo,
así también debe uno cultivar
para con todos los seres
un corazón que no tenga límites.
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Para con todos los seres
cultive la benevolencia,
un corazón que no tenga límites,
hacia arriba, hacia abajo,
hacia todos los lados
libre de obstáculos,
sin odio, sin enemistad.
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De pie, caminando
o sentado o yaciendo,
que hasta liberarse de su desidia,
concentre su atención.
Dicen que en este mundo
éste es el mejor modo de vida.
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Y, no adoptando un punto de vista erróneo
con disciplina moral,
dotado de intuición,
alejando de sí la avidez
por los placeres sensuales,
jamás entrará de nuevo en seno materno.
-----"Sutra VIII: La benevolencia", El sutra de la serpiente, antigua poesía budista, Carmen Dragonetti, Ediciones Coyoacán.
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-----Extracto de la contraportada a la edición de 1994.
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