La productivad del residuo. Isaac Luria, Anselm Kiefer y Clarice Lispector.



La teoría de Luria está basada en la teoría del tsimtsum (...). Tsimtsum originalmente significa "concentración" o "contracción" pero usada en el lenguaje cabalístico se traduce mejor por "retirada" o "retraimiento". (...) ¿Qué significa esto? Significa que la existencia del universo de hace posible debido a un proceso de contracción en Dios. Luria comienza planteando una cuestión que parece naturalista y, si se quiere, un poco tosca. ¿Cómo puede existir un mundo si Dios está en todas partes? Si Dios es "todo en todo", ¿cómo pueden existir cosas que no son Dios? ¿Cómo puede Dios crear el mundo a partir de la nada si no existe la nada? (...) Según Luria, Dios se vio obligado a hacer sitio al mundo abandonando, por así decirlo, una zona de sí mismo, de su interioridad, una especie de espacio primordial místico del que Él se retiró a fin de volver al mundo en el acto de creación y de revelación. El primer acto del En-sof, el Ser Infinito, no es, por consiguiente, un paso hacia fuera sino un paso hacia dentro, un movimiento de retracción, de repliegue hacia sí mismo, de retirada hacia dentro de sí. En lugar de emanación, tenemos lo contrario: contracción. El Dios que se reveló por contornos definidos fue reemplazado por otro que descendió al lugar más recóndito de Su propio Ser, que se concentró a sí mismo en sí mismo, y lo hizo desde el comienzo de la creación.
(...) Me siento tentado de interpretar ese retraimiento de Dios dentro de Su propio Ser en términos de un Exilio, de un desterrarse a sí mismo de Su totalidad hacia una profunda reclusión. Vista de esta manera, la idea del tsimtsum es el símbolo más profundo del Exilio que se pueda concebir, más profundo aún que la "ruptura de los vasos". En la ruptura de los vasos algo del Ser Divino está exiliado fuera de sí mismo, mientras que el tsimtsum podría llegar a considerarse como un exilio dentro de sí mismo. El primero de todos los actos no es un acto de revelación sino un acto de limitación. Sólo en el segundo acto Dios emite un rayo de Su luz y comienza su revelación o mejor dicho, su manifestación en tanto que Dios Creador, en el espacio primordial de Su propia creación. Es más, cada nuevo acto de emanación y manifestación es precedido por uno de concentración y retracción. Dicho de otro modo, el proceso cósmico se vuelve bidimensional. Cada estadio supone un esfuerzo doble, es decir, el de la luz que fluye nuevamente hacia Dios y el de la que emana de Él, y si no fuera por esa tensión perpetua, por este permanente esfuerzo por el que Dios se retrae, nada en el mundo existiría. 
(...) A lo largo de todo este proceso, las dos tendencias de perpetuo flujo y reflujo -los cabalistas hablan de hitpashtut "egresión" y de histalcut "regresión"- continúan reaccionando y actuando una sobre otra- Así como el organismo humano existe por el doble proceso de inhalar y exhalar y uno no se puede concebir sin el otro, del mismo modo toda la Creación constituye un proceso gigantesco de inhalación y exhalación divinas.
(...)  Luria compara esto con el residuo de aceite o de vino que queda en una botella cuyo contenido ha sido vaciado.

                        [Gershom Scholem, Las grandes tendencias de la mística judía]
 
El movimiento de retirada como forma de creación. No se trata de vacío, pues en la retirada siempre queda el poso de nuestra presencia -ese residuo de aceite o vino. Lo único fértil que hay en mí es mi ausencia, mi ausencia no como nada, no como inexistencia sino como retirada de existencia, así gestar un hijo es echar el cuerpo hacia atrás. Numerosos cuadros de Kiefer representan este movimiento de contracción: la memoria y lo sucedido se retiran y queda la superficie, los materiales, la extensión del espacio, y sin embargo el paisaje de Kiefer posee la huella de lo reconocido, no la identificación de lo sucedido sino su traza, el calor de nuestras manos que manipularon la madera y el metal, y en este residuo de la memoria la memoria se crea como memoria otra y elemental, se nace en otro recuerdo que es el residuo del primer recuerdo porque residuo es semilla. Pienso en la posibilidad de llegar a un lenguaje elemental, un lenguaje de residuo, lenguaje gestador, a través de la retirada del lenguaje. No destruir el lenguaje sino retirarlo, contraerlo, ir deslizándolo, de manera que el lenguaje sea una huella de lenguaje y a través de estas huellas hablar, los restos del habla como semilla del habla. Cada libro de Clarice Lispector fue un pequeño paso hacia atrás, nunca desaparición sino movimiento de atrás, pero no sé hasta dónde atrás fue este atrás, hasta dónde podemos retroceder.

Ana


12 comentarios:

  1. Fascinante primera entrada. Fascinante, para mí, entre otras cosas, por la cercanía de dos nombres que siento tan irreductibles como Scholem y Clarice Lispector. El primero, un intelectual limitado por su fe, me parece un pensador con demasiadas cadenas y prejuicios, demasiado deudor de su tradición abnegadamente misógina y esclavista. Lispector, en cambio, se concede una libertad casi insuperable en su forma de avanzar y tantear, en su forma de "retirarse"...

    La idea de la creación como movimiento de retirada es muy interesante, aunque podríamos plantearnos por qué tuvo que haber una Creación, y si las sucesivas "creaciones" estéticas y vitales lo son realmente. Escribe Scholem: "El primero de todos los actos no es un acto de revelación sino un acto de limitación". Pero ¿por qué tuvo que haber un primer acto? ¿Qué justificación intelectual tiene la superstición del origen? La "Mandukya Karika" de Gaudapada, por su parte, expone por qué las cosas no nacen ni mueren, por qué no hay origen ni final...

    Por otra parte, cuando afirma: "(...)del mismo modo toda la Creación constituye un proceso gigantesco de inhalación y exhalación divinas", no parece molestarse en señalar de dónde procede esa idea: es una intución de los filósofos indios pre-upanishádicos que se remonta, quizá, a un milenio a. C. No es una idea propia del judaísmo y su misticismo, precisamente. Pero pedirle a Scholem que salga de la esfera de su celoso dios omnisciente e indague en otras tradiciones es, a todas luces, exigir demasiado.

    Tu texto me lleva a un lugar más interesante que las elucubraciones de Scholem y Luria (aunque transite por la huella que aquellas han dejado). ¿Hasta dónde se dio la retirada de Clarice Lispector? ¿Hasta dónde podemos retroceder? No sé si hay una respuesta a estas preguntas, pero sí creo que se puede retirar el lenguaje y habitar esa huella, hacerla fértil, volver sobre ella y crecer, proyectando una sombra, un hambre, un líquen, una carencia, todo lo que nos fue amputado y quedó sin pronunciar y que anhela la fragilidad de una encarnación. Y a cada emanación, una retirada. Iríamos así perfumando la huella, proyectando en ella un fantasma leve. Avance-retirada-avance. Palimpsesto espectral que prometería el goce del descubrimiento y la reconstrucción arqueológica.

    ¿Hasta dónde podríamos retroceder? Quizá hasta un desconocimiento supremo: de tanto retirarnos, iríamos menguando, nuestro "ser" se perdería. Alcanzaríamos la fluctuación o la pura impermanencia, el devenir que avanza y retrocede como fuerzas de marea: emanación-retirada...

    no sé, pero es fascinante pensarlo...

    estupenda entrada para empezar este pequeño viaje...

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  2. Stalker,

    ya sabía yo que una entrada con Scholem no sería muy de tu agrado aunque también suponía que esto generaría una conversación enriquecedora. Sin embargo, no me parece exacto considerar a Scholem un pensador y tratarlo como tal, pues la pretensión de este autor -por lo menos en este libro- no es la de analizar el pensamiento de las místicas judías, sino exponerlo, hacer un dibujo. Es cierto que no existe la exposición pura, siempre queda un "residuo" -por seguir jugando con la idea del tsimtsum-, pero aún así no hemos de identificar todo lo que dice Scholem con lo que él defienda u opine-de hecho, si fuera así sería muy contradictorio, pues en este libro habla de escuelas místicas que se contraponen entre sí. Señalas por ejemplo -y me ha gustado mucho la cuestión que planteas e incluso podría estar o estoy de acuerdo con ella- que Scholem da por hecho sin más el origen, sin plantear que a lo mejor no tiene por qué haberlo, sin embargo Scholem no está reflexionando sobre el origen, sino que solamente expone la idea de Luria, así que en todo caso es al barbudo de Luria al que debemos pedirle cuentas sobre la cuestión del origen.

    De cualquier forma yo no busco adscribirme a ningún pensamiento sólo busco pensar, encontrar pequeños enclaves donde detenerme a pensar, y no sólo a pensar, sino a sentir, a asombrarme y a jugar, es más, sobre todo a jugar, estar allí un rato y luego buscar otro lugar, otra imagen para mover. Por ello puede parecerme que la cábala y el taoísmo no son incompatibles. Juego.

    Poner cerca los nombres de Lispector y el judaísmo no es nada inusual. No sólo por la cantidad de trabajos que existen sobre la influencia judaica en Lispector -por ejemplo en España los de Antonio Maura-, sino por el hecho biográfico de que su padre era jasídista. Lispector aseguraba en entrevistas que no tenía nada que ver con el judaísmo, aunque también aseguraba que no había leído a Woolf y sólo un poquito a Kafka, otro poquito a Nietzsche y otro poquito muy poquito a Joyce. Personalmente, si me parece vislumbrar algunos rasgos del diálogo talmúdico en ella, sobre todo en "La hora de la estrella". Pero muchos autores del siglo XX se han visto influidos por el judaísmo y no por ello su obra no ha sido rica, múltiple y movediza: Anselm Kiefer -el cuadro de esta entrada se titula justamente "TsimTsum"-, Kafka, Celan, Schonberg, Ligeti, Herman Broch, Chagall.

    Pero volviendo al tema de la entrada, la productividad del residuo, considero la pregunta, el hasta dónde, como un mismo hacer. Entrando un poco en lo personal, hace poco me descubrí en un gesto que me pareció como un residuo de mí, ¿será esa mi semilla?, la plantaré a ver.

    Un abrazo fuerte, a ti y a todos los que hayan tenido la paciencia de leer este largo comentario de fines de agosto.

    p.d. Ahora me parece entrever que el residuo creador es un fantasma.

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  4. Ésta es la primera vez que escribo en un blog.
    Estoy emocionada y nerviosa y como dando saltitos.
    Bien. Voy allá.

    El texto de Scholem (que recoge la cosmovisión de Luria) es, para mí, la explicación del surgimiento del “YO” en tanto que esencia y aislamiento: algo sólido surge con identidad distinta a todo lo demás. No interpreto el “retraimiento” o “retirada” de Dios como una desaparición, dejando tras de sí un residuo o fantasma: el mundo. Creo que Dios se retrajo (utilizar la imagen contraria, es decir, que Dios se retraiga y no se expanda es original por parte de Luria pero nada más que eso, original; dice al cabo lo que cualquier teología propone) no para perderse a sí mismo, no para convertirse en una huella de sí mismo, no para borrarse sino precisamente para encontrarse: crearse. Dios creó el mundo para crearse a sí mismo, como un artista (en un sentido decimonónico y romántico; aunque, ya se sabe, el romanticismo sigue tan presente en nuestra estética) crea su obra para afirmarse, para decir “yo” hice esto, por tanto, “yo” existo.

    Para mí, Dios al retraerse se concentró en sí mismo, se constituyó como uno y creó las nociones de sujeto y objeto. Decidió definirse, pasar de la disolución a la concentración y lo que esta operación dejó (el mundo) es sólo la obra de Dios, la constatación de su presencia (su “yo” férreo), no de su ausencia.

    El retraimiento de Dios, dice Scholem, es un exilio. La construcción del “yo” también es un exilio. Ese aislamiento es el precio que se paga a cambio de ejercer una fuerza de poder. Porque si “yo” existo y “yo” veo, siento, huelo, toco, es decir, percibo y pienso todo lo demás, de algún modo, mi relación con el mundo se convierte en un vínculo de posesión, una relación de poder. Si “yo” no existiera, si el exilio no se hubiera consumado, no sería distinta de todo lo demás, estaría aquí: aquí. No tendría nada, porque al no sentirme esencialmente distinta no podría ejercer una relación de “yo” y “lo otro”, de dualidad, dicotomía: sujeto y paciente, colonizador y ente colonizado. Precisamente porque estaría disuelta, como una huella, en todo lo otro (no sería en tanto que esencia) no podría tener conciencia de “lo otro”. Sin embargo, diferenciarme de las cosas, hacerme una potencial conquistadora, consumidora del mundo, es, con todo, un movimiento paradójico. Me exilio de todo lo otro para tener conciencia de todo lo otro y poder así percibirlo y poseerlo. Pero, al mismo tiempo, porque me distancio para observarlo y abarcarlo con la mirada (herramienta de la posesión) pierdo la posibilidad de ser parte, por tanto, pierdo la posibilidad de tenerlo en las puras entrañas, de tener lo otro dentro, sin dentro ni fuera, yo y lo otro, lo mismo, magma.

    Tu texto me parece mucho más interesante que la cita de Scholem. Tu texto propone, al menos así lo he entendido, el retraimiento como una forma de creación pero una creación muy distinta a la del Dios de Luria, una creación como estrategia para volver a invertir la paradoja. Es decir, el lenguaje es nuestra manera de entender el mundo. El lenguaje nos permite entender el mundo apartándonos de él, creando piezas gramaticales (yo, tú, él, ello, esto…) que nos desgajan, nos clasifican, nos cosifican, nos conceptualizan para poder comprehender, abarcar, poseer (y ser poseídos). Invertir esa paradoja, es decir, que el lenguaje que nos exilia nos devuelva al mundo, sólo se puede hacer desde el propio lenguaje. ¿Cómo? Retrayendo el “yo”, haciéndolo desaparecer, desaparecernos del “yo” en el lenguaje. Dices: “Lo único fértil que hay en mí es mi ausencia, mi ausencia no como nada, no como inexistencia sino como retirada de existencia.” Para mí, esto es hacer justo lo contrario a lo que hizo el Dios de Luria: no retirarse para crear lo que todavía no estaba creado, el mundo y él mismo como Dios; retirarse para volver a lo que Dios (la idea, el lenguaje) fragmentó, creó. Escribir desde ese lenguaje que con el lenguaje se retira del lenguaje. Esta retirada sí me parece un fantasma, un residuo: la vida.

    Un abrazo a todos

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  6. Desde una cierta confusión y una pregunta, intervengo en esta primera entrada del blog Kokorino.¡Gracias por traer esta materia! Me gusta lo que dice Ana: "yo no busco adscribirme a ningún pensamiento sólo busco pensar, encontrar pequeños enclaves donde detenerme a pensar, y no sólo a pensar, sino a sentir, a asombrarme..."
    Creo (digo creo) que vivimos en el poso. Hablamos en el poso. Pensamos con los restos que otros dejaron. "Dios" pueden ser "los otros". "Dios" pueden ser "las ruinas". Me pregunto por qué me incomoda la palabra "creación", referida a cualquier ámbito (también la creación literaria o artística.)Leo en Walter Benjamin: "El carácter destructivo no percibe nada duradero. Justamente por esto va encontrando caminos por doquier. Allí donde otros chocan con enormes murallas o montañas, él descubre un camino. […] No puede saber un sólo instante qué le podrá traer el que le sigue. Él convierte en ruinas lo existente, pero no lo hace a causa de las propias ruinas, sino sólo a causa del camino que se extiende por ellas." Es posible andar un camino de ruinas, hablar un camino de ruinas, hacer varios ciclos con esas ruinas, hacer de ellas materia de asentamiento efímero. Quizá creo que lo peligroso es hacer de las ruinas un abono seguro.
    También es posible pensar,si es que se puede decir así, que "Dios" podría no haber creado, sino destruido un mundo. El así llamado "creador" (el llamado escritor, el llamado artista) podría, no necesariamente por retraimiento, sino por una especie de contacto ventoso, pavimentar una suerte de destrucción. Una cada vez. Siendo la destrucción no algo "negativo" sino la forma de mostrar, de traer, la forma de jugar a invertir las aristas de lo (llamado) real. Y como no me explico bien, lo diré de otra manera. Me imagino un campo sembrado de diamantes. Tal vez son vidrios rotos. Caminamos por él. Los diamantes (que a lo mejor son vidrios) son triangulares y han escondido su arista en la tierra. Nuestros pies circulan por la superficie fría, plana, acristalada. La arista se esconde. "Yo" extraigo la arista del campo, a veces por azar: así el lenguaje. Así el poema. Así quizás algo parecido al pensamiento. Traer afuera la arista, por qué no, cortar con ella.
    En cuanto a la pregunta de hasta dónde podemos retirarnos, me parece muy interesante referida a la obra de Clarice Lispector. Me gustaría poder pensar más sobre ella y leer lo que decís sobre eso me está aportando mucho.

    Un abrazo muy grande para todos.

    Laia

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    1. Laia,

      Releyendo tu comentario, acabo de recordar algo. Dices que quizá “Dios” puedan ser “las ruinas”. Y hay un dios de las ruinas y de la destrucción: es una diosa: Kali.

      Cuenta la mitología hindú que cuando los dioses perdieron la guerra contra los demonios (o asuras), angustiados por devolver el equilibrio al universo, congregaron la fuerza de sus alientos para hacer surgir a Durga. En mitad del combate, Durga emanó de los pliegues de su frente el cuerpo de Kali, quien destruyó el mundo para poner fin a la guerra.

      Kali siempre me ha parecido una versión mito-poética de la deconstrucción derridiana.

      En la cosmología india, el tiempo es cíclico de modo que Kali no destruye en un sentido absoluto sino pragmático. Kali destruye un mundo cuyos parámetros están trastocados y por tanto inservibles. Kali destruye el mundo pero no la posibilidad de mundos, su gesto destructor guarda en sí un acto creador: posibilita que otra cosa, otro mundo aparezca. Quizá, entonces, destruir un mundo es como deconstruir los conceptos que lo han apuntalado detectando sus fallos lógicos, desmontar desde su interior el mismo pensamiento que sirvió para levantarlo. Es en este sentido (creo) que la fuerza de Kali, su descreimiento en las imágenes y los simulacros que conforman la realidad, en definitiva, su conciencia de las ficciones, se puede considerar una contrapartida de la deconstrucción de Derrida.

      La destrucción de Kali no es algo negativo, todo lo contario: quiere hacer habitable un mundo (en guerra) que ya no lo es. Su acto destructivo sólo tiene por fin volver a construir un lugar donde vivir. Tal como tú dices, quizá sea incluso “la forma de mostrar, de traer, la forma de jugar a invertir las aristas de lo (llamado) real”, ya que la diosa al destruir el mundo muestra cómo se crea un mundo, e indirectamente muestra que el supuesto “el mundo” es tan sólo “un mundo posible”; invierte por tanto “las aristas de lo real”, invierte la lógica acostumbrada.

      Lo interesante de Kali es que para ella ningún mundo es definitivo, es consciente de que ningún mundo será para siempre, de que la destrucción será necesaria para no volver a caer en la trampa de los conceptos, o como también comentabas, para no “hacer de las ruinas un abono seguro”.

      En fin, quizá todo esto te interese. No sé.

      Un abrazo para ti y para todos

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  7. Empezaré `por el final y diré que es de agradecer esta rama porosa que kokoro ofrece, revisitar el encuentro y al acontecer esbozar una sonrisa, con-tender, romper la trascendencia para ascender simplemente como personas que sienten. Respecto al eje principal del texto, inicial, la repoblación de la ausencia por el propio “dios”, diría que trasmite una justificación del caos o amalgama, donde los caminos se cruzan y la necesidad de contemplar se vuelve más acuciante cuanto más cercanos están los objetos. Pronunciar la carencia. Como si la representación no bastase, como si un pasaporte de egotismo fuera necesario, como si, la idea de lo que vemos necesitara ser idéntica de la vista. Lo llamaría la necesidad de lo ejemplar. Cuando “toda la Creación constituye un proceso gigantesco de inhalación y exhalación divinas” extraigo la sospecha, presentimiento o semilla del hambre que movió al hombre a crear dioses y mitos a su semejanza. La actitud de Clarice en cambio, se acerca más a un ciclo destructivo, horada la carne sana en busca de un reloj, que nada tiene que ver con Nietzsche, Woolf, Kafka… pues la “ascesis” de Clarice se me asemeja a la de la persona que intenta desantropormofizar, renacer pero tanto de los objetos como de los sujetos y su interregno.

    Habláis de re-tirar(se) del lenguaje para contraer el gesto quizás, y dejar al igual que hace la pintura o por ejemplo, la música de un John cage, dejar que sea el silencio el que diga. Y aquí empequeñezco pues no soy más que un mero aprendiz que todavía empieza a balbucear al mismo tiempo que discursos erráticos, vienen a mi encuentro. Me fascina leeros, observar el retraimiento como residuo creador y además mirar hacia otro lado, tal vez a la vacuidad que sonríe, o como dice Laia, ese peligroso campamento base “ camino de ruinas”

    Ana, te traigo el inicio de un texto de Maillard. Y abrazos.

    DESAPARECER (Estrategias de Oriente y Occidente)

    Nos mudamos de una tina
    a otra tina
    ¡Cuánta palabra inútil! (Issa)

    “¡Muero!”, exclamaba el actor mientras simulaba caer apuñalado. Como se explica a los niños una viñeta, como se acompaña la palabra “perro” la imagen del perro con finess(fitness) didácticos, así, el actor decía “muero” y se desplomaba. Morir, en el escenario, era caer y quedar inmóvil.

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    1. Bienvenido, C C Rider, a este rincón de topos para compartir ideas, afinidades, vibraciones...

      sorprendente la cita de Maillard, con la interpolación de "fitness", que imagino habrás añadido con fines lúdicos...

      un abrazo

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  8. Hay demasiadas ideas en inhalación y exhalación, que no puedo hacer otra cosa que sentir, venir al asombro, al juego, como bien dice Ana en tono se susurro, para que perdonemos a Scholem, a Luria, a los cabalistas y toda la mística judía. No pude sino distraerme con Kiefer,habitar la piedra, la madera manoseada o la huella semilla de Clarice.La imagen está en el rastro que deja Ana. Los comentarios dejan sus pequeñas ausencias de tsimtsum amusgados. Bella la imagen del retroceder y que comience, prosiga o se diluya la creación en este espacio que nace. Ninguna mejor entrada para ese nacimiento, para que el lenguaje se entrañe y sea residuo, que nuestra huella sea fantasma y lugar que se habitó.
    abrazos a todos los que respiran en Kokoro

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    1. Anamaría:

      bienvenida a esta casa que recoge los musguitos leves y la retirada...

      aquí estamos, renacuajos en la charca: respirando

      somos pequeños

      vivimos aquí

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  9. Es una alegría y una riqueza ir leyendo todo lo que empezamos aquí a depositar.

    Me he dado cuenta de una cosa, lo cual me ha resultado llamativo, y es que vuestra mirada ha sido muy analítica mientras que yo me he quedado en la contemplación. Me explico: Susan Sontag en "Contra la interpretación" postulaba la necesidad de dejar de lado la lectura de la sospecha y centrarse en la experiencia estética. El artículo de Sontag es bastante irritante -ella por lo general lo es-, y yo me he manifestado contraria a este texto numerosas veces -y seguramente tendré que mostrarme contraria a él más veces todavía-, aunque también hemos de entender el contexto en el que ella escribió tal recomendación -en los años 60, en EEUU, con la hegemonía de las teorías literarias marxistas y psicoanalistas. Sin embargo, a pesar de mi oposición a Sontag, en muchas ocasiones yo caigo en la experiencia estética, en la sugerencia, en la sorpresa, y lo hago porque como he dicho me gusta jugar -no dudo que la sospecha también es un juego, pero uno es el juego del teatro y otro el del cirujano. Así por ejemplo yo leía el texto de Scholem y lo que me maravillaba era la imagen de la botella con el resto de aceite o la fragancia del vino -sí, os lo aseguro, justamente eso, algo tan insignificante como eso a mí me hizo temblar. O la imagen de la inhalación y la exhalación creadora también me parecía de gran belleza y todo el deseo. Claro que es peligroso ir leyendo así, con ojos asombrados y la boca semiabierta, cual esteta embriagada, y en no pocas ocasiones he leído así todo tipo de cosas, también filosofía -recuerdo que las vías de Tomás de Aquino me parecieron preciosas la primera vez que las leí, en el instituto cuando tenía 17 años, y eso que disto mucho de estar conforme al pensamiento del de Aquino-, pero también es verdad que me ha permitido sentir intensamente todo tipo de textos. Agradezco todas las lecturas sospechosas, todas las interpretaciones que habéis dado -el comentario de Lola, por señalar concretamente uno, me pareció muy afilado y penetrante- y haré por sospechar más o al menos por compaginar.

    Os beso a todos.

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Sobre este blog

Este es el pequeño álbum de recortes de la Revista Kokoro, dirigida y editada por Laia López Manrique, Lola Nieto y Antonio Rodríguez [Stalker].