La espiral



La mayoría de la gente se enferma de no saber decir lo que ve o lo que piensa. Dicen que no hay nada más difícil que definir con palabras una espiral: es preciso, dicen, hacer en el aire, con la mano sin literatura, el gesto, ascendentemente enrollado en orden, con que esa figura abstracta de los muelles o de ciertas escaleras se manifiesta a los ojos. Pero, siempre que nos acordemos de que decir es renovar, definiremos sin dificultad una espiral: es un círculo que sube sin conseguir cerrarse nunca. La mayoría de la gente, lo sé bien, no osaría definir así, porque supone que definir es decir lo que los demás quieren que se diga, que no lo que es preciso decir para definir. Lo diré mejor: una espiral es un círculo virtual que se desdobla subiendo sin realizarse nunca. Pero no, la definición es todavía abstracta. Buscaré lo concreto, y todo será visto: una espiral es una serpiente enroscada verticalmente en ninguna cosa.

Toda la literatura consiste en un esfuerzo por tornar real a la vida. Como todos saben, hasta cuando hacen sin saber, la vida es absolutamente irreal en su realidad directa; los campos, las ciudades, las ideas, son cosas absolutamente ficticias, hijas de nuestra compleja sensación de nosotros mismos. Son intransmisibles todas las impresiones salvo si las convertimos en literarias. Los niños son muy literarios porque dicen como sienten y no como debe sentir quien siente según otra persona. Un niño, al que una vez oí, dijo, queriendo decir que estaba al borde del llanto, no "tengo ganas de llorar", que es lo que diría un adulto, es decir, un estúpido, sino esto: "Tengo ganas de lágrimas". Y esta frase, absolutamente literaria, hasta el punto de que resultaría afectada en un poeta célebre, si él la pudiese decir, alude decididamente a la presencia caliente de las lágrimas rompiendo en los párpados conscientes de la amargura líquida. "¡Tengo ganas de lágrimas!" Aquel niño pequeño definió bien su espiral.

¡Decir! ¡Saber decir! ¡Saber existir por medio de la voz escrita y la imagen intelectual! Todo esto es cuanto la vida vale: lo demás es hombres y mujeres, amores supuestos y vanidades falsas, subterfugios de la digestión y del olvido, gentes que se agitan, como bichos cuando se levanta una piedra, bajo el gran pedrusco abstracto del cielo azul sin sentido.

 Fernando Pessoa (trad. Ángel Crespo)


Barbara pronuncia su espiral...

http://www.dailymotion.com/video/x8avhd_seule-barbara_music

Imagen: Fernando Zóbel

34 comentarios:

  1. Pero la espiral no es meramente la voz escrita, la imagen intelectual. El valor de la vida está en alcanzar lo real que no es la experiencia directa como dice Pessoa, pero hay formas de definir la espiral que no son únicamente el lenguaje. Creo que el cuerpo puede ponerse en espiral de manera que las sensaciones que reciba sean esa espiral y sean la definición de la espiral. Comer por lo tanto puede ser la experiencia de una espiral si dejamos que el vientre sea la extensión del campo y todo ese calor. Comer puede ser una forma de alcanzar la realidad aunque antes hemos de desautomatizar las formas habituales de comer, hemos de trabajar nuestra recepción del alimento para llegar a la espiral, que el vientre sea un campo y por tanto comer con el cuerpo extendido en el suelo. Yo diría: son los afectos. Y sí, son los afectos y también los ángulos. Cuando digo ángulos no me refiero a nada abstracto, sino ángulos físicos, posiciones del cuerpo, inclinaciones corporales. Bárbara es el caso. Su voz es una espiral porque su espalda posee el ángulo del afecto, su espalda a desautomatiza el cauce de su voz, porque su rostro se alza hasta hacer de su cuello un esfuerzo modificando las significaciones de las voz. Resulta que la realidad es lo transmutado, es lo modificado hasta los ángulos ficiticios. No es natural cantar con el cuerpo abriéndose y cerrándose como ha hecho Bárbara en esta canción, pero esa falta de naturalidad ha sido la verdad. Esto son los afectos, sólo, solamente y solos. Vivir teatralmente.

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  2. Interesante reflexión sobre la espiral como cuerpo o el cuerpo que deviene espiral. Sin advertirlo, has trazado el modo en que el budismo pretende acercarse a lo "real": habitándolo sin mediaciones, con la presencia constante, renovando los vínculos con la inmediatez de lo que acontece: desanestesiando, desautomatizando. El cuerpo como espiral, inclinación, punto de fuga: como método para derrocar las posiciones erguidas, sólidas, patriarcales, que nos hacen rehenes de las verdades unívocas y congelan los afectos en las palabras. Deshielo de los afectos: cercanía, compasión. Cuánta espiral en un gesto de ternura que destruye las verdades rectas, el sentir correcto (impuesto o heredado).

    Barbara canta abriéndose y cerrándose, pero para ella eso es lo natural, es la expresión que brota corporal y vocalmente de sus sensaciones, de su decir-entraña. Sólo es falta de naturalidad si aplicamos los códigos aprendidos de la representación de las emociones, la sintaxis previsible de los cuerpos, el entramado de lo sensible exteriorizado según un lenguaje físico que sabemos reconocer. En Barbara lo artificial resulta natural porque es descoyuntado y líquido: la canción, el gesto, el cuerpo que la acompañan, son líquidos, no tienen centro, no hay un principio rector hermenéutico que sostenga una estructura, la estructura es móvil e inasible, pura tectónica epitelial. La voz se alza en espiral y agua para tocar lo íntimo sensible en rescoldos, los pedacitos íntimos del ser expuesto, materia de bosque calcinado que prepara, sin embargo, su renacimiento y su alquimia de cuerpo extrañado. Hay en ello abandono, que el cuerpo fluya desestabilizando todas las creencias y pronuncie así su brasa, lo ardido pequeño y balbuciente, lo solo y lo herido: la espiral

    excelente comentario desde el ángulo del afecto, Ana...

    aquí un intento de traducción de la letra:

    Sola (1981, letra y música: Barbara)

    Como día
    Como noche
    Como día tras la noche
    Como lluvia
    Como ceniza
    Como frío
    Como nada
    Como un cielo abandonado
    Una tierra sin sol
    Como un país perdido
    Sin color
    Sin claridad
    Sin estrella
    Extraviada
    Como ruinas perdidas
    Como ruinas perdidas

    Como día
    Como noche
    Como día tras la noche
    Como lluvia
    Como ceniza
    Como frío
    Como nada
    Como ruinas perdidas
    Tiemblo y me rompo
    Como frío
    Como gris
    Como la nada
    Estoy sola
    Como frío
    Como gris
    Como nada
    Estoy sola

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  3. Sí, es eso, la letra de la canción es exactamente eso. Un cuerpo que se pliega es un cuerpo que habita el "como...". El símil para mí resulta más cercano que la metáfora, más atento y partícipe. La partícula "como" es un "casi" y el "casi" es precisamente la punta de todas las sensación y pensamientos, lo primero que muerde en toda sensación y pensamiento. El "como" es también un ofrecimiento y por tanto una humildad, la humildad de los que se saben tránsito, los recipientes antiguos.

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    1. Ana:

      vivir en los recipientes antiguos, amusgarse en esa humildad, en un rincón pequeño y olvidado entre las frondas. Desaparecer ahí. En la atención. En un adverbio.

      y crecer luego, en otra revolución cósmica, en otro cuerpo, con otros pliegues, más cerca de la tierra

      el "como" y el "casi" danzan juntos...

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  4. Tengo ganas de espiral que me brote de la lengua y se me enrosque en la propia piel desnuda e intente la proeza de tornarme real. Es difícil , después de ver y escuchar a Barbara, reencontrar alguna pequeña inflexión, una metáfora en estado líquido donde enroscarse o una piedra- simil debajo de la cual guarecerse.
    Abrazos en espiral
    anamaría

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    1. Anamaría:

      a veces, en la extrema intemperie, en la desnudez más expuesta, frente al hambre o al abismo, una sola palabra puede hacer oficio de guarida. Palabras trenzadas como nido de pájaros: aspirar a ese cobijo, la única verdad moral que pienso buscar en este mundo irrespirable. Tejer la lentitud y el amparo

      todos somos pájaros caídos y el cielo, la gran mentira metafísica

      queda la hermandad de alas rotas y picos desechos, la íntima canción derruida: el corazón, entre todos

      abrazos

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  5. la coiné de la mayoría de los opúsculos institucionalizados busca la previsión como receptáculo, tinaja solemne, incluso la literatura se ve arrastrada por la espiral y cuanto más monumental sea el documento más fácil de columpiar, de columbrar, clandestinizar será. “¡Saber existir por medio de la voz escrita y la imagen intelectual” como el niño, como Barbara. Que nunca parecen decir aquello que dicen pues se dicen, mediante un suplemento de sentido, como-casi toda buena literatura cuando desborda el texto y nos obliga a levantar la mirada. Un abrazo a todos, en especial a Ana por ese primer comentario.

    saúde

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  6. c c Rider,

    cada vez me cuesta más entenderte, y lo celebro! Lo preocupante del caso es que no soy precisamente un modelo de claridad expositiva... de veras que tengo que leerte siempre varias veces para cazar los sentidos ocultos, a veces deliberadamente ambiguos, que se agazapan en tu bosque retórico... es un ejercicio sano y muy de agradecer en tiempos en que todo texto parece condenado a un régimen carcelario de visibilidad absoluta, panóptico insomne donde un ojo rector dictaría las sumisiones, las ofrendas, los exorcismos inmolados a la Mirada Única.

    el suplemento de sentido que desborda el texto y lo desarraiga de la lectura unívoca, totalitaria, es el rastro indeleble de todo poema o prosa liberada, o en trance de liberarse... podemos imaginar que la espiral es el movimiento interno de esa libertad, grito anónimo que todos podemos reconocer, contorsión de la lengua que despierta otros sentidos, adormecidos o secuestrados. Lo desarraigado, lo "desterritorizalizado", lo solo. Un pequeño animal herido gime en las estructuras de lenguaje, fosilizadas por la praxis reductora; pide despertar, pide caricia

    la herida nos pronuncia en ese animal

    un abrazo

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    1. tal vez tampoco sea el momento adecuado para escribir pero lo hago, no tengo el rito imantado de ideas fluyentes (experiencias o aprendizajes vivas) pero decido poner letra, latido, pulso la sombra. ¿Sabes lo que me pasa Stalker? Que muchas veces prefiero no entenderme y a la par decir. Sí, es absurdo. Tratándose de alguien que no sabe cirílico ni geometraliza un pastel de guindas, ¿y qué?, el punto, y además el korazón.. es algo positivo, sinónimo someramente de lo que la piel al fluir de la corta espera, aquello que contempla, cincela. Acabo de dar un paseo por delante de casa con Betsy; sí ya sé, es una gata demasiado joven, pero tiene más celo que yo incluso. Piensa más que habla. Yo estoy más que ocupado intentando dar hilo a mil estructuralistas y metafísicos de la socionegación, por ser, o no ser, partícipes de una simple nomilización, Intemperialización. No sé, cualquier nomenclatura traiciona el predicado. Nunca el enunciado, cuando nos pronuncia con tentativas unificantes. El fósil edifica, la educación… mi cabeza arde a estas horas, pero es otra cuestión, el centro escapa del cerco y la mirada.

      abrazos amigo

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    2. ¿Y eso no es la espiral? Se trata de presionar con la palma de la mano una superficie -la pared, la mesa o también el vientre- y cantar.
      Yo también te mando un abrazo, cc Rider.

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  7. La espiral. ¡Qué figura tan interesante! El devenir de lo circular. ¿Se expande o se contrae? Si resulta de una alternancia entre ambas direcciones, entonces hace el círculo, estamos en los ciclos, y ya no hay espiral que valga. Sin embargo, gracias a nuestro maravilloso optimismo, vemos la figura en su despliegue, alejándose de un centro, hacia su excentricidad, en su momento generador o algo así. ¿Por qué no lo pensamos al revés? ¿Es posible que Platón no fuese tan tonto como nos creemos? La caída en el punto de un círculo trascendental, igual que sucede en las inmediaciones del ombligo de Ubú o del mismo Ubú, que es en realidad un epifenómeno de su propio ombligo. Ombligo que no es principio sino final, ombligo que singulariza la excentricidad giratoria del mundo que lo envuelve. Ombligo que encarna el único movimiento posible tras la pérdida de la Idea: la degeneración.

    Saludos! :)

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    1. Precesión del Perihelio:

      estupendo comentario que te agradezco. El ombligo del rey Ubú: la degeneración, la tumescencia, la herrumbre. Me gusta imaginar que ahí se engendran muchos procesos: tanta vida en el deterioro, una vez derribada la tiranía de las Ideas (no creo que Platón fuera tonto, más bien era malévolo y con una desmesurada ansia de dominio, un fascista del pensamiento). El ombligo de Ubú sería el centro sin centro de la Patafísica, que es, recordémoslo, la ciencia de los accidentes. ¿La espiral como accidente, como epifenómeno o efecto derivado de un fenómeno primordial, idea o acontecimiento susceptible de ser nombrado?

      Me gusta pensar que la espiral es lo indecidible mismo: no se decanta ni por el ascenso ni por el descenso, no busca la excentricidad ni la "in-centricidad": asume simultáneamente la aspiración centrípeta y centrífuga: no se resigna a cartografiar el deseo

      un abrazo y siéntete como en casa

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    2. Gracias por la acogida Stalker

      En cuanto a Ubú creo que representa el grado máximo de la subjetividad desengañada, cínica en sentido ordinario. Ubú no es simplemente una caricatura del déspota, o de la ridiculez del proceso tiránico, es también, como se aprecia claramente en "Ubú encadenado" cuando impone su esclavitud al tirano, un retrato preciso del perfecto ciudadano democrático. De ahí la caída en espiral hacia su ombligo, el Poder triste de lo Mismo. Así que lo que se confronta es la horizontalidad de las diferencias que aspiran al imperio de lo Mismo, las diferencias que no hacen diferencia (diferencias que neutralizan la Diferencia en un plano de equivalencias; v.gr. los rankings), y la verticalidad de la Diferencia.

      Por otra parte, substituir la trascendencia por la inmanencia, a mi modo de ver, no tiene demasiada importancia práctica (no sé si ideológica), ya que en cualquier caso se trata de cursos intermedios, que se van realizando en medio de las cosas. Además no tengo claro que sea posible reducir completamente la trascendencia a la inmanencia. Deleuze nos dice que la idea, en sus distintas formas, se crea, por tanto la idea se construye, no se descubre como en la reminiscencia, y básicamente lo que hace una idea es distribuir diferencias sobre un dominio (la percepción, los contenidos piscológicos, etc.) Sin embargo, esto conlleva el riesgo de introducir la voluntad creadora de un agente (un terrible sujeto creador); aunque podemos negarlo y decir que se trata de un agenciamiento maquínico. En ese caso mantenemos el dilema creación/descubrimiento, dado que la concreción de las relaciones diferenciales entre los componentes materiales de una idea no construyen sino que encauzan necesariamente al "locus mental" a recorrer su cuenca de tracción, que ya estaba prefigurada (y actuada por los movimiento infinitos que recorren virtualmente el plano de inmanencia). Así que no hay sujeto, pero a expensas de un platonismo que estará invertido de palabra pero no en la práctica. Resolver este problema llamando campo de inmanencia al atractor y después apelando al infinito como plan para evitar una recaída en la metafísica, no me parece una solución aceptable, en todo caso refina la teoría de las ideas de Platón con la salvedad (importante, no cabe duda) de no substancializar las Ideas en un mundo aparte. Subrayar, dando un pequeño salto, que la instituciones, complejos ideológicos o credos, constituyen instancias trascendentales (ideas que subsisten al individuo y que lo informan) para cualquier proceso de subjetivación, y que estos procesos existen en la práctica. Entonces tenemos individuos que se adhieren a credos, subjetivándose de esta manera, y flujos de "creación" que no se entienden sin un Deseo que en su práctica (orientada o intencional) desborde estos horizontes fijos de las ideologías. Es un tema demasiado extenso para tratarlo en un comentario.

      :)

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    3. Precesión del perihelio:

      brillante comentario que asume como propio el vertiginosamente creativo y estimulante juego de lenguaje deleuziano y su gran capacidad de penetración y despliegue (indagación en ejes horizontales y verticales, diseminación reticular del pensamiento táctil...)

      hay algo que no he entendido en tu exposión, y es por qué se apela al infinito para evitar la recaída en la metafísica...

      como tú bien dices, no sé si se puede reducir la trascendencia a la inmanencia... tampoco sé muy bien qué es la trascendencia, qué podemos entender por ello, y si no es más que un vasto campo conceptual operativo donde la razón se extralimita y derrama su miedos ancestracles, su incapacidad y su vértigo (construido, y no descubierto, a partir de una lógica dual). En todo caso, desactivar las trampas del platonismo me parece un ejercicio saludable, siempre y cuando seamos conscientes de que el observador que pretende realizar esa tarea arriesgada puede ya estar "programado", platonizado, idealizado en los más ínfimos pliegues de su estructura cognoscitiva...

      un placer de conversación y un abrazo

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    4. Intentaré explicar de qué va eso del infinito y la recaída en la metafísica... :)

      El materialismo deleuziano se fundamenta en una multiplicidad irreductible, positiva, heterogénea, "sin-fondo" y absoluta. Lo llaman plano de inmanencia y se define por las intensidades que lo recorren incesantemente a velocidad infinita, singularidades en devenir que se ralentizan y condensan en planos de composición, en agenciamientos temporales. No se trata de una reificación de las relaciones y de sus desplazamientos, como pueden ser los reduccionismos idealistas del lenguaje, la metafísica cibernética (Valentin Turchin &co.) o el discutible nihilismo de Derrida. Tampoco de un ejercicio deconstructivista que desemboque en la inconsistencia del hueco (o del fantasma) a modo de fundamento imposible, de falta fundamental. Todo lo contrario. Se trata de singularidades en su advenimiento y en su hundimiento. Las regiones fenomenológicas, por decirlo así, de estos devenires podemos interpretarlas como fases de sus dinámicas según los enredos rizomáticos, relaciones de composición/descomposición con otras singularidades nómadas, en los que se vean envueltos.

      ¿Por qué lo infinito? pues porque es un concepto que desborda todo intento totalizador, en lo infinito no hay posibilidad para el Todo ni, por tanto, para el univocidad del Ser. Lo infinito lleva implícito su propio exceso (su "razón" dinámica) y, sin embargo, es plenitud; pura consistencia de lo múltiple. Este carácter pleno de la inmanencia permite producir un deseo ajeno a la ausencia y a la pérdida. Mejor dicho, no es que lo permita, es que el deseo se produce por y en la plenitud si no lo embrutecemos con la falta. Incluso podríamos hablar de un deseo que, por ahora, no es del hombre, si por hombre entendemos un momento del proceso histórico de subjetivización del devenir "humano". Un deseo liberado de la angustia.



      (Por cierto, maravillosos los comentarios de Lola)

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    5. Creo que no se va a entender nada. Así que añado una nota pseudo-aclaratoria.

      La cuestión es que finalmente no escapamos a Platón, mucho menos lo matamos (con esos ecos freudianos tan desagradables), resituamos la caverna en el "error de trascendencia" y nos creamos la ilusión de bajar al cielo platónico. ¡El propio plano de inmanencia es pura trascendencia! Las palabras nos confunden. Nada menos que lo Infinito, y esto se dice en serio, dentro de la seriedad que pueda contener tal afirmación, habida cuenta de que es impensable. Consistencia de la multiplicidad esencial, más múltiple que lo múltiple. Un límite absoluto, vale; pero un límite que no limita, siempre recorrido (actualizado si se prefiere) por su propia potencia a velocidad infinita. Creo que nos encontramos ante el punto ciego de toda filosofía, donde hay que decidir, trazar un plan, una apuesta fundamental... el principio ineludible de cualquier ontología.

      Disculpad la herejía, seguramente esta sospecha mía de que la inversión del platonismo es una fantasía no sea más que una falta de comprensión por mi parte (o, tal vez no).

      Saludos!

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    6. Precesión del perihelio:

      mil gracias por tu comentario intensamente deleuziano y por indagar en esos pliegues... mi sensación, por lo que he podido comprender de tus dos comentarios (y quizá no he comprendido mucho) es que todo lo que dices puede aplicarse, en efecto, a la ontología o ciencia del ser occidental. Creamos el concepto de inmanencia y lo alzamos al empíreo de la idealidad trascendental, y todo el lenguaje no sería sino una cadena de arquetipos platónicos encubiertos, re-velados apenas han sido des-velados. La trampa del lenguaje, la trampa metafísica. En Oriente, sin embargo, hay otras formas de pensamiento, formas que articulan otras estructuras cognoscitivas y escapan a esa deriva: el budismo no necesita de la ontología, no precisa de conceptos fuertes e idealizados (incluso en "nirvana" no es más que un recurso operativo funcional al que no hay que aferrarse, que el practicante debe tener cuidado de no ontologizar).

      Se me ocurre que la inversión del platonismo tal vez no sea accesible mediante el pensamiento especulativo, pero sí con prácticas terapéuticas de retirada del yo, llámense meditación, habitar el vertiginoso instante (sin pretender nombrarlo), etc. En este sentido el Zen habría recorrido un largo camino de desapego mental. Hablo, en todo caso, desde cierta fragilidad y desconocimiento, y ésa es mi espiral...

      para concluir, me ha sorprendido tu alusión al "discutible nihilismo de Derrida"... lo le leído mucho estos últimos años y lo último que se me ocurriría pensar de él es que es nihilista... todo lo contrario: la deconstrucción es una afirmación, una afirmación de la vida... el nihilismo que le atribuyen sus detractores me parece una simplificación más bien burda y un deseo de caricaturizar al hombre y su pensamiento. Esto es al menos lo que pienso...

      interesante y fecundo debate

      un abrazo!

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    7. Empiezo por el final, con la expresión "discutible nihilismo de Derrida" quería expresar que su presunto nihilismo es muy discutible, en la línea de tu aclaración vaya; tampoco conozco el pensamiento de Derrida, así que me refería a su presunto nihilismo, al contenido de esas (seguro que injustas) acusaciones.

      Sobre la percepción de una falta de ontología en el Zen, a mi modo de ver, deriva de su carácter práctico; de entrada no se ocupa de ese ámbito, creo que tampoco lo extingue. Experimentos con uno mismo al fin y al cabo. En este punto coincide con ramas de la filosofía occidental que también abandonan la preocupación por el fundamento y se ocupan exclusivamente de cuestiones prácticas; aunque no persigan la iluminación. Ejemplos claros de esta tendencia los encontramos en el pragmatismo norteamericano, en sentencias rortianas del tipo: "prioridad de la democracia sobre la filosofía". Ambas formas de vida práctica distribuyen la importancia y la insignificancia (también irrelevancia y desprecio) según sus objetivos trascendentales (¡qué remedio!). En fin, todas esas tendencias anti-filosóficas que dominan el panorama actual de la filosofía y que anuncian, si no consuman, una etapa de oscurecimiento intelectual. Sin embargo, encontramos filosofías orientales que no desprecian el pensamiento, como se aprecia en el libro del Tao. No sé si el taoísmo guarda relación con el Zen. En cualquier caso, digamos que siempre nos queda el recurso de la ignorancia instruida en cuestiones ontológicas. Y dicho sea de paso, no tienen por qué versar sobre el Ser aunque sea el problema central de los clásicos; existen ontologías y onto-teologías de toda clase. De todas formas, esa supuesta carencia de ontología del Zen, no sé si es parte de las doctrinas o no, en la práctica suele desmentirse cuando se afirma "todo está conectado con todo", "todo es uno", etc. Pues este tipo de afirmaciones proponen un fundamento ontológico, constituyen una apuesta ontológica. Siempre estamos y hemos estado más allá de la razón, sólo un fanático del imperialismo de la Razón podría no darse cuenta, pues sencillamente representa un curso ordenado del pensamiento; de lo que no estamos más allá es de todo tipo de reduccionismos y de renuncias.

      Por otra parte, ¿cómo explicar el éxito comercial de estas prácticas terapéuticas orientales? Supongo que se debe a su promesa de "felicidad" (o bienestar) en contraste con un estado generalizado de incomodidad que produce deseos de equilibrio, incomodidad que encuentra alivio en la meditación. Recuperar la inmediatez de la experiencia, esto es fenomenología mundana. Parafraseando a Levinas: "[el sencillo] goce de la gnosis de lo sensible". He observado desde mis prejuicios que, no pocas veces, en estas prácticas orientales se busca la desaparición de uno mismo, el deseo no de ser invisible sino de no existir, la extinción, puede que la existencia nos pese demasiado; por ahora no es mi caso. Me gustaría indagar sobre las motivaciones que invitan a la renuncia, el ideal que recorren, así como en el éxito comercial de estas importaciones culturales.


      otro abrazo :)

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    8. Precesión del perihelio:

      celebro tu heterodoxia radical: hasta la fecha no había encontrado a nadie que aproximara el Zen y el pragmatismo norteamericano... fascinante derivación-comparación!

      querría precisar que el Zen no desprecia el pensamiento: intenta desactivar las trampas de la razón discursiva para hacer aflorar la trama invisibilizada de la existencia. Es un matiz quizá sutil, pero eso no equivale a despreciar el pensamiento (de hecho, los "juegos de lenguaje", la fina dialéctia de la filosofía budista tiene, precisamente, mucho de intelectual: por ejemplo, la deconstrucción del lenguaje y las categorías "metafísicas" de Nagarjuna, el Yogacara de Vasubandhu, etc.)...

      El taoísmo dejó su impronta en el Zen porque en China el budismo realizó un sincretismo muy interesante con el taoísmo, impregnándose también de ideas confucianas. En China se aligeró de la poderosa carga especulativa del budismo indio y luego emigró a Japón, donde a su vez entró en una particular simbiosis con el Shinto. Todos esos trasvases han enriquecido y sutilizado el Zen hasta extremos admirables...

      en cuanto al "éxito comercial de las prácticas terapéuticas orientales", conviene distinguir entre los productos edulcorados, más o menos New Age que nos llegan para consumo occidental y lo que significan realmente esas realidades (generalmente austeras y exigentes en su práctica). El verdadero pensamiento hindú, el verdadero Zen, están muy lejos de ser comerciales y haber arraigado en la vieja Europa. Separemos lo que son corrientes de pensamiento y prácticas milenarias extremadamente serias y rigurosas de la avalancha New Age que desborda las estanterías de autoayuda...

      Por lo demás, el Zen no promete la "felicidad". No está interesado en la felicidad ni en el éxtasis, ni en nada que afiance el "yo"... tampoco busca la extinción o la desaparición; precisamente podríamos entenderlo como un ejercicio de presencia, de llegada al mundo, sin mediaciones senti-mentales (que tienen que ver con el apego, con un yo que se aferra a sustancias que concibe como eternas: si todo es impermanente, no hay yo ni nada que aferrar, el sufrimiento se diluye por sí solo). Es un prejuicio etnocéntrico atribuir algún tipo de nihilismo a las doctrinas orientales... algo que se explica por nuestro miedo al abismo, al vacío, que concebimos como un duelo, una sustracción o una pérdida... pero allí el vacío es otra cosa, algo vibrante e incluso "genesíaco"...

      un abrazo

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    9. Gracias por el magnífico resumen sobre los orígenes del budismo. Es un tema que conozco poco y no creo que pueda asumirlo dada la férrea disciplina que requieren sus prácticas sistemáticas.

      La conexión entre el Zen, o zen si se prefiere, y el pragmatismo norteamericano me la sugieren cosas así:

      - "El Zen de la empresa", Francesc Miralles, Yuki Ojiro [miles de títulos similares "poco serios" aquí]

      - "Zen and Pragmatism", Van Meter Ames. "The Social Self in Zen and American Pragmatism", Steve Odin. Etcétera.

      - The center for pragmatic buddhism [http://www.pragmaticbuddhism.org/]

      - ...

      Como puedes ver, la conexión se refleja en una amplia cantidad de materiales. De alguna manera las dos ideologías son totalmente componibles entre sí.

      También me llaman la atención sentencias tenaces del tipo:

      "Por lo tanto la Gran Sabiduría es el gran mantra milagroso, el gran mantra resplandeciente, el mantra supremo, el mantra incomparable que verdaderamente suprime todo sufrimiento [la conocida definición epicúrea de la felicidad], sin error."

      “Sunayata fue enseñada por los budas como un rechazo a cualquier concepto. Aquellos para los cuales Sunayata es un concepto, se les declara incurables”. (MMK 13.8 )

      Esta última frase, por ejemplo, me parece que sólo puede emitirse desde una yoidad fortísima (desde el imperialismo de lo Mismo). Seguro que Buber o Levinas podrían ayudar al autor de la frase a relacionarse de una manera menos destructiva con el Otro.

      Ya imagino que el "vacío" del Zen no se refiere al vacío del atomismo, ¿puede que al clinamen o al Acto Puro? (también son muy sutiles), sino un estado y/o "no-estado" inefable. Me cuesta comprender por qué llamarlo vacío entonces. Hay muchas ontologías occidentales del devenir (Heráclito, Whitehead, Bergson, por citar algunos) ¿Realmente son tan groseras comparadas con las ontologías orientales del devenir? En cuanto a las prácticas que proponen, ¿están muy alejadas de los tropos de la suspensión del juicio de Sexto el Empírico? ¿o de los caminos pirrónicos en general?

      Profundizaré en el tema de la filosofía oriental dentro de mis posibilidades.

      Muchas gracias por esta intensa conversación, espero que lo podamos repetir en más ocasiones.


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    10. Querido Perihelio:

      esta vez me has hecho sonreír: pretender que Buber o Lévinas ayuden a Nagarjuna a relacionarse de una manera menos destructiva con el Otro parece una boutade: como si esos pensadores no estuvieran arraigados en una moral judeocristiana que se ha cuidado mucho de afianzar, precisamente, las nociones de "yo" y "mío" (por otra parte, ¿qué ocurre con el animal, los animales, en Lévinas? ¿No son ellos el Otro, el radicalmente Otro? ¿Por qué los excluyó de su hermosa pero etnocéntrica poíesis filosófica de la revelación del rostro?). En fin, que unos pensadores del siglo XX vayan a dar lecciones a un filósofo budista del siglo II es realmente una broma simpática, Perihelio...

      Lo que viene a decir Nagarjuna es que quien se aferra a la vacuidad o al nirvana, quien se apega a ellos, quien los piensa, quien los ontologiza, no logrará la liberación que se propone el budismo, sencillamente porque "creerá" en sustancias eternas, cuando todas las palabras, incluido el discurso budista, están condicionados, son vacíos... Vacío significa que algo carece de sustancia, que es una pura impermanencia (no entiendo por qué el vacío ha de entenderse únicamente desde la perspectiva occidental, como si tuviéramos la llave que explica el sentido de las cosas, la "verdad" y la definición unívoca, exacta, de cada palabra). Un madyamika diría: "El Buddha no es importante, sólo el Dharma es importante". Pero el propio Dharma, la "doctrina", están vacíos. Ello nos lleva a socavar todas las certezas, hasta el punto de que la vía media de Nagarjuna puede entenderse como un método deconstructivo avant la lettre...

      pero admitamos que Nagarjuna se expresa desde una yoidad fortísima. También él fue un ser humano. Tenía su yo. Es imposible expresarse sin cierto "yo". Quien habla es un "yo", o algo que cree ser un "yo". Probablemente Nagarjuna reconocería ese yo fuerte, pero acto seguido diría que es ilusorio, que no hay que creer en él. Formaría parte de una verdad relativa necesaria, inevitable para la comunicación y, en este caso, para la transmisión de la doctrina, la instrucción, la enseñanza, como queramos llamarlo...

      Es evidente que las ontologías occidentales del devenir no son groseras, y quizá no están tan alejadas en algunos aspectos de las orientales. Habría que leer o releer todas esas ideas y proceder con cuidado... Por mi parte, no considero inverosímil que los antiguos griegos se vieran influidos por el pensamiento indio a través de la ruta de la seda: ¿estuvo Heráclito influido por el budismo primitivo? No es algo que pueda descartarse. También es muy posible que de esos intercambios remotos los indios se llevaran algo de Grecia y lo metabolizaran de acuerdo a sus propias creencias y sistemas de pensamiento. Hay puntos de contacto fecundos, sin duda...

      un placer, Perihelio

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    11. El chiste en todo caso consiste en una situación contrafáctica desde la que podemos imaginar lo que nos parezca más interesante o ridículo, según las ganas que le pongamos. Sólo proyectamos nuestros supuestos. No veo por qué motivo el Nagarjuna viviente (a pesar de ser homínido excepcional al igual que Lévinas o Buber) pudiera estar más allá de la ética o, más en general, del conocimiento y de las motivaciones de su conducta. También estaría atrapado en sus agenciamientos (inter-estratos) si es que alguna vez existió, claro. Esto si no caemos en una logomaquia estilo gurú, y por añadidura en la investidura social del santo (iluminado o el nombre que mejor lo determine en situación). Probablemente no estarás de acuerdo, aunque desde mi punto de vista, se hace de la negación una vía de depuración ilusa hacia una suerte de conciencia flotante mucho más pretenciosa que los rendimientos existenciales de las invectivas pirrónicas. Estaría muy bien analizar como se distribuyen los agentes de enunciación en el planómeno budista y de qué maneras influyen en su materialidad práctica (qué regímenes producen).

      Incluso la filosofía implícita (no-pensada) de la ciencia alcanza cotas sublimes si somos un poco generosos con nuestra interpretación, realidad o ficción aparte: una región del espacio-tiempo en equilibrio metaestable llena de vivencias interiores y que además se trasciende imaginariamente orientando así su acción en una especie de integración abierta; o algo similar. Poder estar aquí y allí, proyectado (en su justa medida -la que le conviene a cada cual), no creo que sea ninguna maldición. ¿Por qué negarnos? ¿Qué esperamos? ¿A qué renunciamos en concreto?

      El etnocentrismo es bidireccional, lo mismo es darle prioridad a Occidente que dársela a Oriente. ¿Por qué tal división? ¿No será un corte artificioso y una confusión del signo puesto como diferencia esencial? ¿Por qué esa superioridad de lo oriental? ¿Seguro que sus maestros no tenían nada que aprender? ¿Sólo porque así lo dicen o lo recogen sus escritos? Pienso desde el contexto cultural que me envuelve. Sin embargo, este contexto cultural no coincide con una cultura que pudiera identificar como mía, es sólo una forma de hablar, intento pensar con las palabras y no al revés. No olvidemos que toda Cultura oculta muchas culturas, muchos flujos semiológicos que orientan nuestras acciones.

      El tema del animal no se trata explícitamente en la filosofía de Lévinas (me refiero básicamente a su obra "Totalidad e Infinito" que de algún modo, tras un esfuerzo considerable, empecé a comprender hace ya un tiempo), es cierto. Pero de la responsabilidad infinita por lo absolutamente Otro, aunque nos interpele desde la epifanía del rostro, por nuestra condición de seres humanos que vivimos en sociedad, no se deduce una reducción antropocéntrica. No es más que un comienzo, un punto (puede que inevitable) de partida. La numinosidad animal también parte de lo humano. ¿Cómo podría ser de otro modo? La ética levisiana no es sistemática, es íntima, sutil y conmovedora; apertura a lo concreto en lugar de a lo neutro.

      Igualmente :)

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    13. Disculpa, no pretendía atribuirte algo que no has dicho.

      Claro, las civilizaciones arrastran muchas atrocidades, expresan los modos de ser de los hombres que nacen y mueren en su seno, de manera que además de tristeza hallamos alegría. Vertientes opuestas que no se prestan a un balance económico de coste beneficio. Supongo que estas maldades de las civilizaciones pueden desembocar en cierta "vergüenza de ser hombre", así un poco como mácula original. Imagino que quien más y quien menos ha tenido alguna vez sentimientos tan judeocristianos como la culpa y la fragilidad.

      Bueno, hablaba de la ética que Lévinas expone en sus escritos, su ontología vaya (me parece que lo confundes con la moral judeocristiana). Una ética que es ontología, ya sabes, el Tiempo como renacimiento absoluto del presente, muerte y resurrección, la discontinuidad del ahora, la curvatura afectiva del espacio interpersonal... todas esas ideas. Sigo sin ver el motivo por el que en un hipotético encuentro extemporal entre el maestro Nagarjuna y Lèvinas el primero no aprendería nada de la filosofía del segundo.

      Verás, la veo en lo siguiente: "Aquellos para los cuales Sunayata es un concepto, se les declara incurables". No dice aquellos están confundidos, ni que no alacanzarán la iluminación (que supuestamente no hay desear, si no me equivoco), dice... a aquellos se les declara incurables. Primero se les declara y luego nada menos que incurables. Dudo que tal afirmación, declarándolos primero enfermos y luego además incurables, una afirmación tan triste, tan definitoria, no suponga una violencia y falta de respeto por el otro.

      ¿Te parece que declarar a los demás enfermos y presos de una cadena de sufrimiento no es un ejercicio de miniaturización del otro? Dando al otro por conocido, conocido además esencialmente, así es imposible el respeto por la alteridad. Casi te podría decir que se me antojan los precursores del psicoanálisis, no lo digo con firmeza porque no conozco lo suficiente sus doctrinas ni las prácticas actuales que las sostienen. Por ahora me asombra el uso performativo que hacen del lenguaje.

      (llenar al otro de afectos tristes, esto es mermarle)

      En este punto creo que nos hemos malentendido, a ver si me expreso mejor esta vez. Los rasgos divinos o sobrenaturales que se atribuyen a lo animal en muchas culturas parten de lo humano. También la igualdad biológica en el marco tecno-científico (una nueva neutralidad) y la animalidad perdida del psicoanálisis.

      un abrazo afectuoso

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  9. La definición-espiral es una metáfora: “una espiral es una serpiente enroscada verticalmente en ninguna cosa.” Pessoa define la espiral mediante una metáfora (es una serpiente) y, de ese modo, concibe la definición como una espiral, un proceso abierto, cambiante y transformativo pero, sobre todo, un proceso no basado en la identidad (la repetición) sino en la comparación y la metáfora (la diferencia en la repetición). En la definición de Pessoa subyace el “como”: una espiral es “como” una serpiente enroscada verticalmente en ninguna cosa. La espiral no es una serpiente; es como una serpiente. Es decir, es lo que de común tienen una espiral y una serpiente. Lo que de común tienen dos cosas no es nada en sí, es tan sólo una relación. Que las cosas sean una relación y no cosas en sí, que la definición por tanto no apunte a una idea sino a una metáfora, es un modo de deconstruir la ontología y de sugerir la condicionalidad. Las cosas no son, sino que están, suceden con otras, junto a otras, en otras y entre otras. Entre: lo que sucede entre: entre la espiral y la serpiente: ahí, la metáfora.

    Pessoa propone que definir sea como tejer espirales con el lenguaje. Y eso es lo que hacen los haijin cuando escriben haikus. Eso me parece. En un haiku siempre subyace una mirada metafórica, unos ojos como muelles con la realidad. El haijin se vacía de sí (adelgazarse, decía Bashô) para comprender lo otro y sentir lo que otros sienten sin dejar de ser uno mismo; es decir, comprender lo que de común tiene el que mira con lo que mira, lo que comparto yo con esta mesa sobre la que me apoyo aquí y ahora: eso (lo que de común tenemos la mesa y yo en este preciso momento es una metáfora). Percibir los hilos que nos unen es deshacer la identidad: yo y eso, yo y tú. Porque yo no podría estar sin eso que está a mi alrededor y que estando a mi alrededor me conforma y ya no solo está a mi alrededor: forma parte de mí. Al mismo tiempo, yo conformo lo que está a mi alrededor, formo parte de lo otro que está conmigo. Sujeto y objeto desaparecen, claro.

    En la secuencia final de Stalker, la niña pequeña se sienta a una mesa y mueve unos vasos con la mirada. Ese milagro, para mí, es una metáfora. La niña mueve los vasos porque comprende lo que de común tienen ella y los vasos que mira, percibe la relación metafórica que se despliega entre los vasos y ella: advierte la trayectoria convergente, el punto de contacto en que, en ese instante, ella y los vasos están siendo. Sabe ser un vaso –ser entre los vasos– y por eso los (se) mueve.

    Barthes, en “El imperio de los signos” dice que “como un rizo gracioso, el haiku se enrolla sobre sí mismo, la estela del signo que parece haberse trazado, se borra: nada ha sido adquirido, la piedra de la palabra ha sido arrojada para nada: ni olas ni fluido del sentido”.

    El milagro-metáfora de la niña de Stalker es igual de inútil que un haiku. La palabra y la mirada han sido arrojadas para nada. El milagro finaliza y no deja rastro, se borra, no hay huella ni constancia de él, no deja marca (como los milagros o las apariciones cristianas: surge un manantial o algún lisiado se recupera de pronto). No, no queda nada, se presenta y termina, aparece y desaparece (como un fantasma; la metáfora convierte la ontología en la “hantologie” de Derrida), como un rizo gracioso se pierde en sí mismo, un rizo: una serpiente y una espiral.
    (continúa)

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    2. Lola:

      brillante texto al que poco puedo añadir salvo su lectura atenta y gozosa

      entre otras muchas cosas, me quedo con esto:

      "Que las cosas sean una relación y no cosas en sí, que la definición por tanto no apunte a una idea sino a una metáfora, es un modo de deconstruir la ontología y de sugerir la condicionalidad"

      me parece una idea importantísima y muy certera. Y me atrevería a decir que no sólo el haiku, sino también el budismo (con el que el haiku guarda una relación magmática) pretende representar el universo, la vida y la mente, como procesos dinámicos no sustentados por ninguna esencia: pratitya samutpada o generación condicionada: todo fluye y cambia, todo está condicionado por alguna otra cosa. No hay esencias, ni Ideas arquetípicas, ni un Yo que pueda erigirse como receptáculo de las sensaciones. Impermanecia y condicionalidad, negación a priori de toda ciencia del Ser. No hay ser sino procesos, y comprender eso ya es liberarse de la cadena de la posesión, lo "mío", lo "tuyo", el "yo", el "tú", el río fantasmagórico de la designación, lo que devora y engulle... un universo transformativo, reticular, eternamente condicionado, parece más abierto a la experiencia estética y vital compartida.

      Por eso, hakuizarse, des-ontologizarse, empequeñecer, es una buena estrategia de supervivencia.

      Fuera de las grandes verdades y los grandes relatos que fundan el Ser, la multipliciad de sucesos pequeños e ínfimos: esa danza febril...

      abrazos

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    3. Stalker,

      Estoy totalmente de acuerdo contigo. El haiku es de algún modo una declinación literaria del budismo, y de él toma la condicionalidad como epistemología.

      De hecho, tu mención al budismo me ha hecho recordar algo: hace muy pocos días escuché por primera vez el sonido de un cuenco tibetano, también llamado tazón cantador (me parece un nombre maravilloso). En Tíbet, utilizan los tazones cantadores durante las plegarias budistas. El tazón cantador es un cuenco que se frota con una especie de mazo, recorriendo sus bordes en círculos continuos. Ese sonido (el sonido de los bordes, de los márgenes) es el sonido de “sunyata” que nosotros traducimos por vacío pero que en realidad significa condicionalidad. Me parece increíble que hayan inventado un instrumento (un instrumento en el fondo muy artesanal: es tan sólo un cuenco y un mazo, lo que sirve para cocinar sirve para crear el magma, el movimiento sonoro del mundo) para conseguir la vibración, lo que ellos entienden como la vibración de la condicionalidad: escuchar la vibración común, el sonido que compartimos. Es fantástico. Cuando el otro día escuché el sonido de un tazón cantador pensé que estaba oyendo una metáfora y la música de un haiku.

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    4. Lola:

      conozco los cuencos budistas y su sonido y tienes razón: son la música de un haiku, una metáfora... ellos dicen que es el sonido del vacío y les sirve como acompañamiento en la recitación de mantras y ceremonias... un sonido envolvente, penetrante, extraño: más vibración que sonido, impulso concéntrico hacia la interdependencia de todo lo existente; en la mano queda la sensación de presencia, de las ondas que han brotado del centro del cuenco y dejan su huella de pájaro vibrante...

      y es precioso que se los llame tazones cantadores y no "cantores" o "cantantes"...

      me encantaría saber cómo suena una orquesta de estos tazones: diez o doce vibrando al unísono, en diferentes tonos...

      un abrazo

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  10. Barbara nunca cantó haikus pero sí comprendió el “adelgazamiento” de Bashô. Sus canciones, más que la letra su voz, su voz es un crisol, un lugar, un instante donde sucede la compasión, el cum-pathos, sentir lo que otro siente, sentir con otro, ser (en parte) otro.
    La voz de Barbara es un refugio y una intemperie. Nos dice estamos solos pero yo siento lo que tú sientes, nos acercamos, como metáforas uno de otro, yo de ti, tú de mi, tú eres mi metáfora y yo la tuya, somos una metáfora, y siendo metáforas estamos menos solos, porque siento que mi dolor es el tuyo, y te acompaño, me acompañas.
    Cuando Barbara canta, nos reconocemos en su voz, algo de nosotros se reconoce. La voz de Barbara es una metáfora (permite que suceda una metáfora), es una espiral, es un refugio y una intemperie: lo que en un haiku acontece.

    Más que la letra y las palabras, la voz, porque la voz es un gesto, más que las palabras que dice y su sentido, un gesto, un movimiento del sonido. Las palabras (conceptos) no son abiertas, el gesto sí, porque más que decir, sugiere. Un gesto señala, apunta, atisba. ¿Qué señala? Las trayectorias entre las cosas, sus metáforas. Por tanto, el lugar donde acontece la compasión, la compañía.

    Y un gesto con la pintura. Como en la pintura zen china. Para mí, este cuadro de Zóbel no es abstracto sino concreto, muy concreto. Es sólo que no retrata cosas, sino un gesto, lo que hay entre las cosas.

    Me gusta esta entrada porque la siento como una metáfora: el texto de Pessoa, la pintura de Zóbel y la canción de Barbara son lo mismo y no lo son. La mirada que las ha unido ha operado como una espiral, de algún modo, como un haijin en un haiku.

    Os mando un abrazo a todos.
    Nos seguimos encontrando en kokoro

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    1. Lola:

      un gesto como lo que sucede entre las cosas, la voz como gesto que abre el camino para la compasión y el reconocimiento. Lo que dices me parece exacto y muy necesario en este mundo extraño, tan poco abierto a que converjan las metáforas, las trayectorias y las intemperies... acompañémonos en la espiral...

      gracias por la delicadeza de tu pensamiento oblicuo...

      un abrazo

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  11. Bienhallado espacio, qué bueno contar con este blog querido stalker! De momento voy a examinarlo y servirá para curar parcialmente la morriña de Marienbad. Un abrazo enorme.

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    1. Laura:

      bienvenida a esta pequeña madriguera colectiva, donde las voces surgirán y brotarán, espero, hacia lugares aún insospechados...

      un abrazo

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Sobre este blog

Este es el pequeño álbum de recortes de la Revista Kokoro, dirigida y editada por Laia López Manrique, Lola Nieto y Antonio Rodríguez [Stalker].